Muchos de nosotros hemos escuchado sobre el síndrome de Peter Pan, que se refiere a aquellos que se niegan a crecer y convertirse en adulto. Pero hoy conocerás sobre el síndrome de Wendy.
Índice
El síndrome de Wendy o la autorrenuncia progresiva
El síndrome de Wendy por lo general afecta a las mujeres más que a los hombres. A menudo, estos dos síndromes se complementan, ya que alguien que sufre del síndrome de Wendy busca sobreproteger a alguien que puede ser un Peter Pan. Al mismo tiempo un Peter Pan busca el respaldo de una persona que sufre del síndrome de Wendy que asuma las responsabilidades.
Dan Kiley, un psicólogo estadounidense, estudió el síndrome de Peter Pan. Trauma que bloquea la madurez emocional del niño. El adulto que sufre de este trastorno se niega a aceptar las obligaciones y roles de la edad, lo que termina afectando sus relaciones sociales.
En cambio la persona que sufre del síndrome de Wendy se siente responsable por el bienestar por los demás. Ya que cree que sin su ayuda no podría lograrlo.
Estas personas no controlan la dirección de su vida y enfocan el control de los demás y, a menudo, la fuente de todo esto proviene del pasado de su familia. Si en su pasado sintió excluida y desprotegida, es probable que adquiera el papel de alguien que lidie con todas las responsabilidades. Esto se da para resolver sus propios defectos del pasado.
Estas personas también tienen un gran sentimiento de culpa cuando ven que no pueden tener todo bajo control y que sus seres queridos no están del todo cómodos. Pero, por otro lado, el miedo al rechazo, el abandono son sentimientos que los persiguen por eso actúan de esta manera. Solo quieren complacer a todos.
Es difícil detectar este tipo de comportamiento porque las personas que sufren pueden no identificarse en esta situación. Pero deben controlarse de alguna manera porque pueden provocar una depresión o un estado de frustración.
Este síndrome puede llevar a trastornos emocionales, como baja autoestima o inseguridad, y es por eso que debemos ser tratados con asesoramiento, para aumentar el valor de esa persona y aprender a decir que no.
Primero debes cuidarte a ti para cuidar a los demás
¿Quizás debería dejar de cuidar a los demás? ¿Solo debo preocuparme por mí? Claro que no. Nuestros socios, nuestra familia y, especialmente, nuestros hijos, son aquellas personas que son parte de nuestras vidas, que nos identifican y que son pilares indiscutibles en nuestra vida cotidiana.
Ahora, en todas nuestras relaciones personales debemos tener un equilibrio y tener en cuenta estos aspectos:
- No olvides la importancia de promover tu crecimiento personal, de tener tu espacio, tus pasatiempos, de defender tus valores y de cuidar tu autoestima. Si das todo por los demás, permanecerás vacío. Entonces vendrá la insatisfacción, la frustración y la tristeza.
- Puedes cuidar de tu pareja, de la persona que amas. Sin embargo, ten en cuenta que también tú te mereces ser atendido, reconocido y valorado. Es un juego de fuerzas donde ambos deben ganar y nunca perder. Si eres uno de los que se sienten felices cuidando a los demás, recuerda que debes comenzar primero contigo mismo. Si te caes, otros caen. Cultiva tu felicidad y, entonces, también podrás ofrecer felicidad.