En la historia contemporánea, proyectar una buena imagen personal ha sido de gran importancia. Numerosos documentales y cintas cinematográficas, dan fe de ello. La era del cine y de la pantalla chica, dieron gran importancia a la popularidad y a la aceptación pública. Esta tendencia ha tenido un boom impresionante con la aparición de las redes sociales. Innumerables estudios reseñan, que la mayoría de las personas tienden a mostrar lo mejor de sí mismos. Se busca publicar imágenes o información que atraigan la aprobación o “likes” de los demás. A continuación, los detalles de lo que hay detrás de esta práctica en la red social. Ya que al parecer, las personas no son tan felices como aparentan.

La red social: no son tan felices como aparentan

La diferencia entre ser feliz y aparentar

La diferencia entre ser feliz y necesitar mostrarse ante los demás mucho mejor de lo que en realidad se está, es una cuestión de aceptación y seguridad personal. Una persona segura de sí misma, no necesita demostrarlo en sus redes sociales. La felicidad o el bienestar, no se demuestran por muchas publicaciones que se hagan.

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Es algo que se proyecta, sobre todo en el contacto personal, algo que se irradia y se comunica incluso sin palabras. Las personas adictas a este tipo de prácticas, emplean mucho más tiempo intentando mostrar cuán felices son que serlo en la realidad.

Del compartir el estado al exhibicionismo

Esta tendencia actual de compartir en el estado de la red social favorita lo que se hace o lo que se siente, con frecuencia llega hasta el exhibicionismo. Y esto suele chocar un poco más, cuando se conoce a alguna persona, retraída en persona, mientras que en sus redes suele ser todo un personaje. Esta dicotomía resulta a veces enfermiza. Probablemente no muchas personas figurarían en sus ambientes de trabajo, universidades o colegios de la misma forma que lo hacen en sus redes sociales.

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En el fondo, se esconde un deseo de notoriedad o actuar de acuerdo a la práctica que se haya hecho popular en estos medios. En ocasiones se cree que, si la vida no se muestra, no se tiene. El gran problema radica, en que el tiempo que se dedica a postear, es tiempo de calidad que se resta a la vida real que se comparte con familiares y amigos de verdad.

El trastorno de las selfies

Según la Asociación Americana de Psiquiatría, un nuevo trastorno se suma a los tantos que ya afectan a la sociedad actual. La selfitis es clasificada según esta asociación, en selfitis borderline. Una tendencia a fotografiarse a sí mismo mínimo tres veces en un día, pero sin postearla en ninguna red social. La selfitis aguda, que ocurre cuando una persona se fotografía mínimo tres veces en un día y posteriormente las publica en sus redes preferidas. Selfitis crónica, es tomarse más de seis selfies al día y postearlas en diversos momentos. ¿Estás en alguno de estos casos?

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