La reacción normal ante la pérdida de un ser querido es la elaboración de un duelo por ello. La persona afectada pasa por diferentes etapas en este período, y debe ir superando cada una para su recuperación. Si el doliente no manifiesta un cierre de ciclo con la persona fallecida, no supera la pena y se aferra a ella. O además no logra una adaptación a su nueva vida, sin la persona amada fallecida, sin avanzar en cada etapa. Solo así se considera que un duelo cae en la denominación de duelo complicado o patológico.
Hay individuos a los que les cuesta más la evolución del duelo, o sea, el irse adaptando a su nueva realidad. El duelo se supone que es una condición que debe manejarse sola, que fluye naturalmente la superación del mismo. Sin embargo, a veces se debe colaborar a que esto fluya, llevando a cabo una serie de tareas.
La primera debe ser aceptar la pérdida como tal, no caer en negación, por ejemplo, aplica para la muerte, divorcio, desempleo etc. La segunda trabajar las emociones y el dolor resultantes del evento, poder lidiar con inseguridades, no caer en adicciones, rechazo social etc. La tercera tarea o etapa del duelo, se refiere a la adaptación a un medio en el que la persona fallecida está ausente. Y la cuarta es, recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo.
Señales de alarma
¿Cómo saber si en verdad el sobreviviente a una perdida está enganchado en un duelo complicado y reconocer las señales de alarma?
Primero es el duelo crónico, donde la persona afectada, no admite incluso después de un año de la pérdida, lo que ha pasado. Puede seguirle generando sentimientos de inmensa tristeza, no se acostumbra a vivir sin la persona ausente, está desolada y en negación.
Duelo retrasado o pospuesto, implica la sucesión de sentimientos que no se expresaron en su totalidad posterior a la pérdida. Si bien el doliente se afectó mucho, cualquier otra circunstancia le retrae de nuevo al origen de lo sucedido y reabre la herida.
Duelo exagerado se desarrolla en los individuos que se refugian en las conductas evitativas. Caen en vicios como alcohol y drogas, son adictos al trabajo y se dispersan para no entrar en depresión. De todos modos, es común que la experimenten, por el mal manejo de su duelo. También se ve cuando la persona se desgarra ante el dolor, sintiéndose aún demasiado afectada por la pérdida, a pesar del tiempo transcurrido. Exageración del patrón de duelo en el tiempo.
Duelo enmascarado, en estos casos los afectados por el duelo pueden tener conductas psicopatológicas como ansiedad, bulimia, anorexia. A la vez admiten dolores y enfermedades de modo psicosomático para evadir la situación del duelo. Enmascarando con otras patologías lo que en su momento es el mal manejo del duelo.
¿Cuándo se necesita ayuda en un duelo complicado?
La ayuda psicológica en situaciones de pérdidas y duelo es vital, y más si son patológicos. La intervención del especialista se hace imperiosa en cuanto y tanto el paciente, doliente, o afectado por la pérdida. No sepa reconocer las etapas del duelo, no las supere y no elabore un duelo sano. A la vez que se quede enganchado en el sufrimiento y la depresión, complicando su situación de familia y trabajo.
Por otro lado, si en el tiempo presenta algunas de las señales ya mencionadas de duelo crónico, enmascarado, retrasado o exagerado. Debe incluirse la terapia de manera inmediata. El psicólogo planteara suficientes sesiones como le sean necesarias para ayudarle. Y en todo caso recurrirá de último a la medicación para la depresión a través de un psiquiatra, siendo el último eslabón.