Las emociones son las representaciones más crudas de nuestra humanidad. Todos hemos sentido diferentes cosas a lo largo de nuestras vidas, especialmente ante situaciones difíciles. Sin embargo, las emociones fuertes mal manejadas causan mucho daño, y llevan a resentimientos con nosotros mismos y los demás.

A pesar de que existen sentimientos positivos y negativos, estas últimas suelen ser más persistentes en nuestra vida. Esto se debe a que es complicado canalizarlas y dejarlas fluir, para comprendernos mejor y sobrepasar los obstáculos. Por fortuna, hay muchas formas de controlar nuestras emociones y conseguir el equilibrio del alma que tanto necesitamos. A continuación, exploraremos 4 formas de hacerlo y trascender a un estado más pacífico.

1. Identifica tus emociones

Emociones

El primer paso para convertirnos en dueños de nuestras emociones, es identificarlas y reconocerlas. Debemos alcanzar un estado de meditación, en el cual podamos reflexionar sobre nuestras acciones pasadas y sus consecuencias. Comúnmente, lo que más nos hace tener sentimientos negativos, son las consecuencias de nuestras acciones pasadas. Al comprender qué nos llevó a la acción, y qué hicimos mal, podemos identificar la emoción que nos causa.

Conocer nuestras emociones nos ayuda a ver más allá de lo que sentimos, y nos lleva a la aceptación. Sólo aceptando nuestras emociones e identificando sus causas, podemos transitar el camino del auto perdón. Si no nos perdonamos por nuestras malas acciones, nunca podremos evolucionar como seres humanos, ni alcanzar el equilibrio del alma.

2. Situaciones imaginarias y tus emociones

Emociones

Ensayar situaciones imaginarias es un grandioso ejercicio para aprender a controlar tus emociones. Principalmente porque puedes saber cómo reaccionar ante situaciones hipotéticas antes de que sucedan. Durante momentos difíciles o tomas de decisiones, tendemos a permitir que nuestras emociones negativas se apoderen de nosotros. Si ensayas en tu mente posibles salidas a tus problemas o a conversaciones difíciles, podrás controlar tus sentimientos.

A través de las situaciones imaginarias, aprenderemos más de nosotros mismos y los caminos que podemos tomar. Lo mejor de todo, es que podrás compartir este momento sólo contigo mismo, y puedes equivocarte cuantas veces quieras. Al comprenderte a ti mismo y tus decisiones ante las situaciones difíciles, controlarás tus emociones.

3. Ejercicios de respiración

Emociones

La meditación y la respiración han demostrado ser muy buenas formas de canalizar nuestras emociones y dejarlas fluir. El yoga y la meditación traen grandes beneficios para la liberación de tensiones. Siempre es bueno aplicar ejercicios de calma y respiración en un ambiente pacífico y relajante para ti. Si sientes que estás muy estresado o buscas liberar tensiones, los ejercicios de respiración son la solución.

Encuentra un lugar tranquilo y alejado de toda fuente de estrés, preferiblemente si es un lugar natural. Conectarnos con la naturaleza nos ayuda a regresar a lo primigenio y a buscar nuestro centro como humanos. Ten en mente tus emociones negativas, y con cada respiración profunda, canalízalas fuera de tu cuerpo. Si practicas ejercicios de respiración, aprenderás a liberarte de toda presión y culpa por emociones tóxicas.

4. Enumeración y ubicación de emociones

La enumeración de emociones, consiste en ponderar y sopesar cuántas sentimos y qué intensidad poseen en nosotros. A través de esta técnica, establecemos una escala de qué tan fuertes pueden llegar a ser nuestros sentimientos. Por lo tanto, aprendemos cuán peligrosas pueden ser para nosotros y los que nos rodean.

Para lograr este ejercicio, debes permanecer meditando e identificando tus emociones en primer lugar. Una vez que las identifiquemos, lo siguiente será dejarlas fluir y entender qué niveles pueden alcanzar. Este ejercicio puede provocar reacciones en tu cuerpo, dependiendo de la potencia de la emoción. Sin embargo, es sumamente necesario para entender mejor nuestra manera de expresar emociones negativas. Tras haber expresado lo que sentimos, lo puntuamos para comprender qué tan intenso puede ser. Sólo así sabremos controlarlo cuando se presenten en nuestro día a día.