Si la pérdida de un ser querido es de gran abatimiento en las personas adultas, con mucha más razón ocurrirá en los niños. No se trata de ocultarle al niño bajo ninguna circunstancia la realidad de la muerte, sino ayudarlo a sobrellevar el duelo. Por su inmadurez física y emocional, el niño aún está formando criterios, patrones de conducta e interiorizando las situaciones. Todo lo que sucede a su alrededor es tomado como enseñanzas, como parámetros a seguir y hasta como frustraciones para su vida.
Por eso no es descabellado pensar que, al tener una pérdida de un ser querido, se sienta más desolado que nunca. Sobre todo, si esta se corresponde con los muy allegados, como padres, hermanos, abuelos, primos y amigos. Para los niños sus padres son sus figuras esenciales, son su dato estable en la vida y el refugio y protección por excelencia. Los hermanos, los compañeros de crianza, juegos y complicidades, los abuelos, los consentidores, y visto así, al faltar alguno dejan un vacío inmenso.
Al tratarse de la muerte de una mascota amada, este episodio, le prepara para las adversidades semejantes, pero sigue siendo muy duro. El tener que pasar por esta última experiencia le hace practicar el desapego de circunstancias que no son como siempre deseamos. Al ocurrir la pérdida de un ser querido en la familia, el comportamiento del niño cambia, con sus expectativas y sueños. Hasta los roles que se desempeñaban en el núcleo familiar pueden variar y esto desajusta su mundo repentinamente.
Terapia psicológica
Ante el luto en los niños es de vital importancia la consulta especializada del psicólogo con sus respectivas terapias. Los niños van a manifestar distintos comportamientos posteriores a una pérdida, desde mal desempeño escolar, aislamiento, tristeza, llanto, inseguridades, enfermedades. También bajo apetito, desinterés por actividades de su agrado, pesadillas, miedos y hasta incontinencia urinaria ya superada. Podrán también sentir desamparo de la persona fallecida, estar inseguros y carentes de amor, si por ejemplo era alguno de sus padres.
El psicólogo explorará cada evento, hará las preguntas necesarias, ganará su confianza y también le hará dibujar sus emociones. A través de lo expresado al dibujar llegará a conclusiones sobre lo que significa la pérdida para el niño y su mundo. El psicólogo podrá extender las sesiones de acuerdo al caso estudiado e igualmente seguirá evaluando su rendimiento académico.
Apoyo familiar para superar el duelo en niños
Para la familia debe ser imperioso atender las necesidades de los más pequeños en momentos tan dolorosos como la muerte. La manera de ayudarlos de nuestra parte es manteniendo sus rutinas lo mejor que podamos alrededor, o sea, alimentación, aseo, sueño. Por otro lado, nunca mentirles, decirles con certeza las situaciones que pasa la familia por la pérdida, hablarles abiertamente de ello. Es vital hacerles entender que no tienen la culpa de lo ocurrido, y tampoco debemos ocultar nuestras emociones ni llanto. Jamás aislarlos de las dinámicas por ejemplo del hospital, sepelio, rezos etc. Los niños deben cerrar el ciclo con la persona amada, y saber en todo caso, que murió, no que los abandono.
Es importante consolarlos, animarlos a hacer preguntas sobre la muerte y dejar que se expresen libremente ofreciéndole toda la comprensión posible. El apoyo de profesores, pediatra y entrenadores durante esta fase puede ayudar efectivamente. El niño querrá sentirse acompañado en la ejecución de sus tareas escolares, actividades deportivas y distracciones. En muchos casos se alterará su sueño y al dormir con alguien o cerca de algún progenitor, mejore esta circunstancia. En el tiempo se manifestará como es su reacción ante el duelo. Se dice que un 15% de los niños afectados puede persistir en depresión luego de un año o más de la pérdida. Y a futuro el sentimiento del duelo puede acompañarlo toda la vida, pero también los buenos momentos disfrutados con el difunto.