La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo. Y como tal, tiene muchos riesgos por sus características y exposición de ser agredida desde el exterior. Que la piel quede expuesta a una herida es muy frecuente con base en el oficio, accidentes o aficiones diarias de las personas. Así tenemos a los carniceros que manejan sierras, los carpinteros, mecánicos, las amas de casa y chefs en la cocina etc. No dejan de ser de alto riesgo los niños y adolescentes en caídas escolares, en parques o practicando deportes.
La piel tiene un alto porcentaje de vasos sanguíneos capilares que producen hemorragias inmediatas al ocurrir la solución de continuidad o herida. Ocurrido el evento, además acude el sistema inmunológico atacando de una vez gérmenes y bacterias que pueden ingresar al cuerpo por esa vía. Hay heridas superficiales de muy baja peligrosidad que se pueden tratar en casa, y otras tantas que pueden ser profundas y necesitar suturas. Los llamados raspones o raspaduras y entre los médicos, pérdida de sustancia, son heridas superficiales pero que eliminan una capa de piel. Esa área queda más expuesta a infecciones por falta de tejido local.
Riesgos de una herida infectada
Los riesgos de que una herida de piel se infecte, suponen el ingreso de bacterias por la puerta de entrada en piel. La posterior reproducción de bacterias en los tejidos locales, y, a veces, en profundidad de acuerdo a qué tan aparatosa sea la herida. Esto puede conducir a abscesos encapsulados profundos o a la llamada celulitis, que es la infección del tejido celular subcutáneo.
Los signos de infección de las heridas son evidentes, pueden observarse el mismo día o a los dos días de ocurrido el accidente. Son edema o hinchazón de la zona afectada, enrojecimiento, dolor, calor local y drenaje de pus visible o no. La infección de la herida supone un retardo de la cicatrización de la misma. Si se trata de una complicación con absceso es prudente el drenaje para descargar la secreción purulenta y agilizar la recuperación. Las heridas que más se infectan son las derivadas de mordeduras de animales o las que poseen cuerpos extraños dentro. Como es el caso de astillas, barro o vidrio que en todo caso se deben de extraer antes de la cura.
Cómo evitarlo
Una vez ocurrida la herida lo primero que se debe de realizar es una compresión de la hemorragia. Presionando la herida y logrando que haya una hemostasia primaria. Lavarse las manos el paciente o el que vaya a practicar la cura. La limpieza escrupulosa de la zona es vital, si es con agua y jabón mucho mejor. O con soluciones estériles más agua oxigenada y gasa, desechándola luego. A continuación, se debe de aplicar una solución iodada y tapar la zona con gasa y adhesivo aislándola del exterior. El cambio de la cura es menester realizarla dos veces al día. Si se observaran signos de infección lo ideal es drenaje de la herida, apretando ambos bordes y con limpieza del pus. Por otra parte, se debe de colocar pomada antibiótica local por varios días, y lo más seguro, recibir antibióticos vía oral también.
Las heridas profundas, grandes o irregulares, o sea de bordes que no son netos, requieren sutura de puntos en un hospital. Hacer el seguimiento de la evolución, limpieza con curas diarias y retiro de puntos según cicatrice por lo general en siete días.