Al trastorno depresivo persistente se le denominaba también distimia, y en el manual de enfermedades mentales su denominación cambió. Es todo proceso depresivo crónico de más de dos años y acompañado de dos síntomas del trastorno depresivo mayor. El trastorno depresivo persistente se caracteriza de manera muy precisa por ser crónico, y presentarse al menos por dos años continuos. Los pacientes claramente presentan baja autoestima, tristeza, inseguridades, desinterés por todo lo que le gustaba antes, bajo apetito, insomnio, dejadez etc. Por tanto, cuando un estado anímico persiste en melancolía, abatimiento, tristeza y se mantiene mucho en el tiempo, se conoce como tal, persistente.
Este trastorno llega a afectar de manera importante las relaciones del paciente, tanto familiares como laborales y su desempeño en cualquier ámbito. No es curable, pero si tratable a largo plazo y con la ayuda psicológica necesaria. Lo primero que hace el especialista es valorar en retrospectiva los desencadenantes de este cuadro clínico, de origen en factores biológicos y congénitos.
Causas
En el trastorno depresivo persistente las causas no están del todo claras, se presume que es de origen genético. Influye para esto factores biológicos, y el entorno social también, los elementos psicosociales así llamados, y como se adapta el paciente a ellos. Se dan casos además en personas que no fueron tomados en cuenta en la infancia por sus padres, no recibieron validación ni premiación. Otros involucran celos entre hermanos, preferencia por un hijo en particular por parte de los padres y acoso escolar. Por otro lado, es resultado de la falta de estimulación y el desapego durante la infancia.
Lo padecen con más frecuencia los hombres y la estadística muestra que un 5% de la población está afectada. El trastorno depresivo persistente se ha asociado a otras enfermedades mentales y mucho más a la ansiedad. Además, en esta condición, es común el uso y abuso de alcohol y drogas frecuentemente, situación que empeorará el cuadro clínico del paciente.
Síntomas del trastorno depresivo persistente
Los síntomas que presentan los pacientes con trastorno depresivo persistente son, alteraciones del apetito bien sea ingesta excesiva alimentaria o anorexia. Cansancio y fatiga perenne, baja autoestima, sensación de incapacidad y falta de concentración en tareas exigentes. Desinterés en actividades de su gusto, tristeza constante, aislamiento social, desesperanza, irritabilidad, sentimientos de culpa, de vacío e insomnio. Además, presentan tendencia a la inactividad y baja productividad.
Los pacientes con la sintomatología del trastorno depresivo persistente pueden presentar los síntomas desde la niñez y acentuarse en la adolescencia. En la adultez persisten por varios meses cuando tienen crisis, se atenúan algo y vuelven a repuntar de manera más agresiva que antes. Pudiendo repetirse ese patrón a lo largo de muchos años. No existe un tratamiento como tal, sino las sesiones de psicoterapia, entrevistas y valoración especializada por el psicólogo. Y en casos más graves la combinación de la psicoterapia y la medicación antidepresiva por parte de un psiquiatra.
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