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Enfermedades

Síndrome de sobrecarga bacteriana (SIBO)

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El síndrome de sobrecarga bacteriana, o SIBO, consiste en un trastorno en el que el movimiento del contenido intestinal se encuentra reducido. Esto facilita que ciertas bacterias que conforman parte de la flora normal del intestino proliferen en exceso generando diarrea y deficiencia en la absorción de nutrientes.

Esta reducción en el movimiento del contenido de los intestinos puede deberse a una patología de base; también es importante resaltar que hay personas que pueden tener síntomas como hay quienes no; para realizar el diagnóstico del síndrome el médico se basa en las manifestaciones clínicas y el tratamiento puede consistir en la administración de antibióticos.

Para poder mantener un adecuado estado de equilibrio es importante que el contenido intestinal sea normal y se mantenga constante (a este movimiento se le denomina peristaltismo); cuando se enlentece el tránsito las bacterias pueden proliferar y causar alteraciones intestinales. Las causas más comunes pueden ser algunos tipos de cirugías gástricas, cirugías intestinales o la combinación de ambas; la diabetes, la amiloidosis y la esclerosis sistémica también pueden disminuir la velocidad del peristaltismo ocasionando entonces el síndrome de sobrecarga bacteriana.

Las bacterias consumen nutrientes como carbohidratos y vitaminas (como B12). Esto genera una deficiencia en la captación de nutrientes por parte del organismo. Todo termina ocasionando una deficiencia de calorías y por ende la energía necesaria para poder ejecutar actividades.

Índice

  1. Manifestaciones clínicas de SIBO
  2. Diagnóstico de esta patología

Manifestaciones clínicas de SIBO

Dentro de los síntomas más comunes del SIBO está la distención abdominal, diarrea, flatulencias muy fétidas; en menor medida puede presentarse también pérdida de peso (por la deficiencia de nutrientes) que se presenta en estados muy avanzados.

Diagnóstico de esta patología

El diagnóstico de SIBO se realiza evaluando la sintomatología que aunque es poco específica puede plantearse como un diagnóstico a tener en consideración. La evaluación debe realizarla un médico y éste es quien determinará la conducta a seguir.

Hay varios métodos diagnósticos, uno de ellos es la prueba de aliento. Consiste en suministrar al paciente una solución líquida con un marcador especial que es mínimamente radiactivo (carbono 14) al cual se le incorpora un azúcar denominada xilosa. El fundamento de esta prueba consiste en que la xilosa es un carbohidrato y como tal puede ser usado por el exceso de bacterias en su metabolismo. De ser así el carbono 14 se detectará en el aliento considerándose entonces positiva la prueba.

En algunos pacientes es posible que se realice un estudio por endoscopia, este consiste en introducir una sonda hasta el intestino delgado y tomar una muestra del mismo, el cultivo de esta muestra indicará el número de bacterias presentes.

Los estudios de imagen también pueden complementar el diagnóstico, para este caso el médico solicitará una radiografía de estómago y de intestino delgado (serie gastrointestinal) con contraste para poder apreciar las estructuras antes mencionadas y evidenciar si existe algún tipo de alteración.

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