Las emociones son el motor de la vida de los seres humanos, y sin ellas se hace insostenible cada día. El crecimiento personal, definitivamente ayuda a vencer las barreras en todo tipo de situación que permita una dependencia. A pesar de que depender de las personas es nocivo, el desapego también lo es. Los individuos deben establecer un equilibrio que les permita ser felices, y vivir no en una zona de confort. Sino simplemente vivir sanamente, y con la capacidad de amar con libertad a sus seres queridos. Además, de vencer las limitaciones del egocentrismo y apostar por lo sano. A continuación, conoce las 4 leyes del desapego emocional.
Índice
El desapego
El desapego, es esa necesidad de independencia sana que experimenta un individuo. La cual, le permite amar con libertad, vivir con felicidad y sin ningún tipo de compromisos psicológicos (sin complejos, aprensiones ni trastornos). No obstante, también es importante reconocer que el afecto es vital en las personas. Lo que implica que es la expresión más auténtica de libertad. El afecto no daña ni representa una cadena, simplemente es un complemento sin el cual no es posible la felicidad.
4 Leyes del desapego emocional
Ley primera (auto-responsabilidad)
Esta ley es fundamental en todo individuo. Ya que, ser responsables de nuestras acciones es un indicador que involucra verdadera valentía. Implica correr con las consecuencias de todo cuanto hacemos. Pero sobre todo, de aprender a enfrentar las vicisitudes de la vida, una vez que se asumen las responsabilidades y sus aciertos y desaciertos. Este sentido de auto-responsabilidad, es no necesitar de la aprobación de nadie para seguir adelante. Y asumir con alegría los sueños alcanzados para sobrellevar las frustraciones.
Ley segunda (madurez emocional)
Parte de la vida son las frustraciones, el éxito, la vida, la muerte, etc. Por ello, esta segunda ley implica que el ser humano asume la realidad que le rodea, vive el presente y no se lamenta de lo vivido. El devenir de las cosas, nos permite que fluya de manera natural la vida. Sin forzar situaciones o emociones que al final nos empobrezcan el alma. Hay que vivir sin cadenas materiales, espirituales o emocionales, eso es madurez. Vivir con ilusiones y asumiendo la grandeza y la miseria del mundo.
Ley tercera (liberación interior)
La plenitud permite disfrutar la vida, establecer un puente entre el dar y el recibir. Aprender a vivir sin miedos y no estar sujetos a ninguna atadura. Las personas pueden vivir sin ansiedades por el qué dirán, sin menoscabar al otro. La liberación interior, implica no depender de las expectativas ajenas y sentirse en paz consigo mismo. Y también, con la responsabilidad de seguir aceptándonos y comprometiéndonos con el crecimiento. Significa también, no tener las ataduras de la culpa o de las heridas que se arrastran en la historia personal.
Ley cuarta (asumir, aceptar)
Uno de los trabajos emocionales más difíciles en las personas es la aceptación, tanto personal como para con las situaciones. Asumir la vida con sus pros y sus contras, en una de las bases del ser autónomo.