En diversos momentos de la vida, podemos estar expuestos a resfriados, gripes o diferentes afecciones. Lo cual, pudiera generar síntomas de fiebre. Sin embargo, la temperatura corporal pude tener variaciones constantes en transcurso del día. Siendo ésta más alta en las noches. Pero circunstancias diversas, pudieran contribuir a la afectación como el ciclo menstrual en la mujer, las actividades físicas, fuertes emociones o ingesta de algunos medicamentos. A veces, la fiebre se confunde con la febrícula. Que no es más que un aumento leve de la temperatura corporal, por encima del nivel normal. A continuación, conozcamos su diagnóstico y tratamiento.
Diferencias entre fiebre y febrícula
Ocasionalmente, pudiera confundirse la fiebre con la febrícula. Sin embargo, cada una posee características propias. Por ejemplo, la febrícula puede alcanzar un valor de 37 °C pero no mayor a los 38 °C en un lapso de 24 horas. La fiebre como se dijo anteriormente, sobrepasa este rango de temperatura alcanzando incluso valores de 42° grados. Ante esto, se nota la presencia de una severa infección que el cuerpo trata de atacar y erradicar.
Causas y diagnóstico
Como se sabe, la fiebre es la reacción corporal ante la amenaza de un proceso infeccioso. Sin embargo, la febrícula es un síntoma muy característico de momentos puntuales posteriores a la colocación de vacunas. También, el brote de los primeros dientes o en diferentes casos como sintomatología ante la presencia de un cáncer o afecciones inflamatorias. En otros casos puntuales, la febrícula tiene su origen en el sistema nervioso. Posiblemente, ante eventos inesperados o que no sabemos cómo manejar y generan ansiedad.
Algunos medicamentos, pudiera generar la febrícula como efecto secundario. En ocasiones, puede percibirse acompañada de episodios de sudoración, escalofríos, dolores de cabeza y musculares. Incluso, la acompañan otros síntomas de alguna infección como dolores de abdomen, nauseas, tos, ardor a orinar, diarrea o erupción.
Tratamiento
En ocasiones, la febrícula no necesita un tratamiento específico si en este caso no hay la existencia de algún otro síntoma que sí lo requiera. Reposo y cuidados primarios, pudieran ser el mejor tratamiento. Si la sintomatología, persiste se pudiera ingerir algún tratamiento para la fiebre tomando en consideración los efectos secundarios de los mismos.
El descanso y la ingesta de líquido, contribuyen a una manera de tratamiento recomendable para tratar la febrícula. Si los síntomas continúan, la colocación de paños húmedos en la zona de la frente pudiera resultar favorable. Por el contrario, los baños fríos son contraproducentes. Ya que, pueden reducir la temperatura corporal pero arreciar la presencia de escalofríos. Si la temperatura corporal continúa en un ascenso constante, estaríamos ante la presencia de un proceso infeccioso. Lo cual, requerirá de una revisión médica a fin de determinar la posible causa y seleccionar el tratamiento que más se adapte.
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