En el día a día de un matrimonio es factible que se produzcan roces y problemas de pareja. Ellos pueden surgir por desavenencias sencillas o irse acumulando problemas más graves en el tiempo y explotar con una crisis mayor. En todo caso los cónyugues como personas individuales poseen cada quien preferencias, gustos y manera de pensar distintas llegando a conflictos en consecuencia. Lo ideal en la convivencia matrimonial es tener en cuenta las negociaciones, o sea, ceder eventualmente alguno de ellos. Esto en materia de decisiones económicas, con respecto a los hijos, manera de colaborar en casa etc. Todo ello en pro del bienestar de ambos y poder mantener armonía en el hogar.

Es común que las parejas tengan diferencias y se suceda eventualmente alguna discusión, pero algunas veces llegan a tener consecuencias graves. Como por ejemplo, el decidir una separación momentánea o darse el tiempo para pensar en replantear los objetivos y sentimientos de la relación. Las parejas comienzan a tener problemas por economía, infidelidades, mentiras, ego de cada uno, consumo de alcohol o drogas, intromisión de familia etc. A continuación, algunas medidas y recomendaciones orientadas a mejorar la crisis matrimonial.

Comunicación matrimonial

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El comunicarse es vital entre la pareja, nunca se deben callar algunas acciones que no nos gusten de parte de nuestro conyugue. Ello deriva en un acumulo de resentimientos y crece constantemente cuando no se expresan las posturas contrarias a la pareja. En algún punto de la vida cotidiana un conflicto sobre otro conflicto, tendrá una irrupción violenta de palabras, descalificaciones u ofensas graves. Y al expresar lo guardado en el interior de cada uno, podría haber una crisis mayor que si se expresa a diario. Lo que se piensa de algún tópico en particular, es mejor decirlo en el acto o en el medio de la desavenencia y no guardarlo para sí.

Ser honesto y priorizar tus necesidades

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Por justamente mantener armonía, es útil saber también, que no se deben renunciar a las prioridades e individualidades de cada uno. Está bien ceder eventualmente o negociar algunas normativas de convivencia. Por ejemplo, que alguno duerme sin ruidos y el otro ve la televisión hasta tarde en la cama. Una opción sería usar audífonos, o ver televisión en otro cuarto. Más ejemplos, uno bota la basura y otra lava los platos y así ir alternando tareas, convivencia de calidad, compartir gastos etc.

Al ser honesto con la pareja se está en ganancia ya que hay necesidades propias que se deben respetar en ambos miembros. Igual las decisiones generales de familia, donde estudiarán los hijos, los destinos de viajes y alguna salida en solitario de cada conyugue con amigos. Esa conducta de comunicar sus necesidades, prioridades, sueños, metas, es totalmente sana y válida en pareja para saber a qué atenernos. Ya que muchos matrimonios no llegan a conocerse durante el noviazgo correctamente y muchas veces les sorprenden los pensamientos o aspiraciones del conyugue.

Recordar por qué se eligieron en primer lugar

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Por otro lado, algo que siempre tendrá prioridad para salvar una crisis matrimonial, es retraerse al pasado y sopesar porqué son una pareja. O sea, por qué se eligieron mutuamente para emprender la vida de casados juntos. Algunas virtudes, características físicas, espirituales y de familia vieron en el otro que les hizo tomar esa decisión. Por lo tanto, dos conyugues no pueden estar tan alejados de la realidad si se escogieron y quieren continuar su camino juntos. Y entonces es útil poner en una balanza lo positivo y negativo, siendo sinceros para ver las ganancias de estar unidos. Alimentar el amor que se profesan a diario con detalles inesperados, una flor, una carta, un chocolate, un regalo, tal vez. También desarrollar paciencia y dar paso a paz espiritual, meditación, ejercicios incluso juntos, es muy provechoso para llevar buena convivencia y evitar conflictos.